¡Hola gente! Siento mucho la irregularidad de publicación de entradas, pero sinceramente, prefiero escribir una entrada al mes que esté escrita con ganas y en condiciones, que muchas escritas a desgana. En fin, centrándonos en el tema, vengo a poneros al día desde la última publicación: el mes de Marzo. La mayoría del mes de Marzo me lo pasé de vacaciones en Spring Break. Y bien, ¿qué hice durante Spring Break? ¿Estáis preparados? ¡Coooooooomencemos!
Spring Break empezó el día 10 de Marzo y acabó el 26, con lo cual estamos hablando de más de 2 semanas de vacaciones, ojo. Sinceramente, no tengo muy clara la línea del tiempo de los acontecimientos, así que puede que cuente los hechos en desorden, pero bueno.
El primer fin de semana, mi host-mom, host-sister y yo aprovechamos para escaparnos a Victoria a visitar Craigderroch Castle; un castillo construido por una familia de inmigrantes escoceses hace más de un siglo.
A la semana siguiente, Lucilú se vino a mi casa a dormir un día. Un día se acabó convirtiendo en dos, y dos en tres. En fin, que casi la adoptamos sin rescate a la pobre. Entre otras cosas, fuimos a Beacon Hill Park en Victoria, que con la primavera estaba bastante bonito la verdad. Aquello fue un plan improvisado, de hecho nuestra primera intención era ir a la piscina de Victoria pero estaba cerrada; así que para no desaprovechar la hora y media de coche, pues allá que nos fuimos, y tan contentos vaya. Allí descubrí que Lucilú le tiene miedo a los pájaros así que, qué mejor plan para el día siguiente que irnos al centro de protección de aves de Duncan (¡yay!). Aparte de eso, hicimos una tortilla de patatas, jugamos como unas 4-5 partidas de Monopoly en las que siempre ganaba yo (okno), y cosas muy tiparracas.
Después de la visita de Lucilú, mi familia y yo decidimos ir a Port Renfrew, una playa a 45 minutos de mi pueblo, en la costa oeste de la isla. Sinceramente, tenía muchas ganas de visitar el océano tras 6 meses, y el paisaje no decepcionó.
Parece mentira la variedad de escenarios que puedes encontrarte en este país con tan solo coger el coche y conducir una hora. Si estáis pensando en las playas de España con duchas para quitarte la arena, y vigilantes leyendo revistas, olvidaos. Aquí las playas son mucho más «wild» que dicen ellos. Según el diccionario «wild» debería traducirse como salvaje, yo lo interpreto como virgen, en el sentido de que ha sido poco tocado por el ser humano. La playa estaba en una especie de bahía completamente abierta al océano, con una marea increíble. Sin duda, las vistas merecían un carrete o dos, y el día más soleado no podía ser; al menos hasta que llegamos allí. ¿Os acordáis cómo he dicho que el paisaje no decepcionó? Pues el día sí. Totalmente soleado y despejado al salir de casa, chispeando y con un viento que ni el lobo de los 3 cerditos en un mal día; el clima de Canadá nunca dejará de sorprenderme. Y es que como dice mi host-mom, con más razón que una santa, «aquí en Canadá el tiempo tiene algo bueno, ¿que no te gusta? reza con todas tus fuerzas y espera 5 minutos».
Finalmente, el Spring Break acabó con uno de los mejores —si no el mejor— recuerdos de toda mi experiencia en este país: el viaje a las Rockies. Llevaba esperando muchísimo por este viaje, ya que ver las Rockies (especialmente Lake Louise) había sido uno de mis sueños desde que me dieron la beca. El viaje, sin embargo, no sólo no decepciono; sino que me sorprendió. Gracias al viaje, todos los españoles del distrito hemos hecho una piña increíble —lástima que sea tan tarde :(— e incluso añadimos a dos integrantes a nuestro grupo: Asier y Nerea, dos estudiantes internacionales españoles que vinieron al viaje desde otro distrito escolar. Y bien, os voy a intentar resumir los 5 días de viaje de la forma más breve:
- Primer día: Vancouver Island-Vancouver.
Madrugón del siglo: había que estar a las 8 (?) para coger el bus en Duncan. Nos caíamos de sueño todos. Llegamos a la terminal de ferry. Y de ahí, nos plantamos en Vancouver a las 12.
¿Primera parada? ¡Gastown! Nuestra guía —a partir de ahora pasaré a referirme a ella como Kendall Jenner, o simplemente, la Kendall; debido al extremado parecido que compartía con ella— nos dio una pequeña introducción al barrio, y nos enseñó los sitios más emblemáticos.
De ahí caminamos al Canada Place, donde nos encontramos con Carlos Pons —un spanadian 4.0— e hicimos una actividad llamada FlyOver Canada en la que básicamente sobrevuelas todo el país virtualmente durante 10 minutos. Muy, muy recomendable, la verdad.
La siguiente atracción que visitamos fue Stanley Park, el parque más grande de Norteamérica —que no Central Park como se piensa todo el mundo. Allí tuvimos dos horas para visitar el acuario (era bastante normal en tamaño, nada del otro mundo) y el parque en sí.
Después de eso, sobre las 6, volvimos al hotel para dejar nuestras cosas, y nos dejaron 4 horas libres para pasear por downtown. Obviamente, aprovechamos para hacer algunas comprillas en las mil y una tiendas que te puedes encontrar por aquellas calles, hacernos fotos posturetis con el atardecer de fondo, y visitar BC Place (el estadio de los Whitecaps, equipo de soccer de Vancouver).
Y tachán, el primer día se había acabado, four down to go!
- Segundo día: Vancouver-Vernon.
Adivinad qué. Los madrugones fueron el pan de cada día en este viaje. Embarcamos el viaje hacia Vernon —a unas 5 horas en coche de Vancouver— con varias paradas en el camino (Hope y Kamloops). Una vez en Vernon, nos dirigimos al Siverstar Mountain Resort, un resort de esquí donde hicimos snow tubing y outdoor skating. El primero consistía en tirarte en unos roscos por una especie de «pistas blandas» a lo largo de una cuesta gigante, mientras que el segundo era patinar afuera —sí, sí, aquí se puede patinar afuera en hielo real.
Cuando acabamos, nos volvimos al hotel, tuvimos una serie de juegos y nos fuimos a dormir a la cama —al menos eso era lo planeado.
- Tercer día: Vernon-Banff.
Tras dejar Vernon, nos dirigíamos a Banff, a unas 7 horas de coche. Hicimos varias paradas en Revelstoke, Golden, y Lake Louise. Cuando llegué a Lake Louise estaba muy emocionado, llevaba un año flipando porque iba a poder tener la posibilidad de visitar semejante paisaje. Fue increíble, aunque hubiese sido mejor haberlo visto cuando está descongelado, pero oye.
Finalmente, al llegar a Banff, fuimos a la gondola —en inglés gondola significa telesillas, para todos aquellos imaginándonos en una barca— y subimos a la cima de la montaña. ¿La pena? Estaba bastante nublado, así que poco pudimos disfrutar de las vistas.
Después de acabar con la gondola —quizás debería llamarlo telesillas— fuimos, o mejor dicho fueron porque yo no me metí, a las Hot Springs (aguas termales).
Una vez acabamos con eso, volvimos al hotel, y de ahí, a la camita.
- Cuarto día: Banff-Golden.
Al día siguiente, los marginados (Nerea, Asier y un servidor) nos dimos otro madrugón de los buenos para ir a lo que, para mí, ha sido lo mejor del viaje: el dog sledding. Para aquellos preguntándose qué narices es esto, os lo explico de manera breve: el dog sledding consiste en agarrarte como puedas a un trineo que va a toda leche tirado por unos perretes más monos que nada. ¿Suena divertido, a que sí? Lo fue.
A continuación, volvimos a Banff para comer, y luego acabamos el día yendo a Golden a nuestro hotel, donde tuvimos una hoguera con marshmallows, y mucho mucho salseo.
- Quinto y último día: Golden-Vancouver Island.
Este día fue el más duro en cuanto a horas de autobús: unas 10 o así. Además, fue un día lleno de emociones: por un lado, no queríamos que se acabase porque lo estábamos pasando genial, y por otro lado teníamos que despedir a nuestros nuevos amigos Asier y Nerea que se quedaban en el camino. Con suerte, ¡volveremos a estar juntos muy pronto!
Llegamos a casa bastante tarde, y bueno, ya sabéis lo que vino después: dormir, dormir y más dormir.
Y bueno chicos, ¡esto es todo por hoy! Espero que os haya gustado, como siempre os digo, ¡muchísimas gracias por leerme!
¡Hasta pronto!